lunes, 18 de octubre de 2010

Tal vez mi última carta a Memet

Por una parte


los verdugos

como un muro nos separan

Y además

este cochino corazón

me ha hecho una malvada jugarreta

Mi niño, mi Memet

quizá la suerte

no me permitirá volver a verte

Lo sé

tú serás un muchacho

a la espiga de trigo parecido

Cuando joven

yo también era así

de elevada estatura, rubio, esbelto.

Vastos serán tus ojos como los de tu madre

con un rastro de pena amarga a veces

Tendrás la frente inmensamente clara

y una voz muy hermosa

Atroz era la mía

Cuando cantes

habrás de desgarrar los corazones

Y sabrás conversar brillantemente

Yo también fui un maestro en la materia

cuando no me irritaban

Desde tu boca brotará la miel

¡Ah, Memet,

qué verdugo serás

de corazones!

No es fácil educar a un hijo sin su padre

No apenes a tu madre

Yo no he podido darle la alegría

Que la tenga de ti

Tu madre

como la seda fuerte, dulce como la seda

Tu madre

será bella aún a la misma edad de las abuelas

como aquel primer día en que la vi

cuando tenía diecisiete años

a la orilla del Bósforo

Era el claro de luna

era el claro del día

semejante a la fruta más perfecta (*)

Tu madre

Una mañana, como de costumbre

nos separamos ¡hasta luego!

Era para no vernos nunca más

Tu madre

es la más bondadosa de las madres

Que ella viva cien años

y que Dios la bendiga

Mi hijo, mi Memet, yo no temo morir

pero a pesar de todo

a veces, trabajando,

o en esa soledad precursora del sueño

repentinamente

siento un sacudimiento

Contar los días es difícil

Uno no puede hartarse del mundo

Memet

no puede hartarse.

No vivas en la tierra


como un inquilino


ni en la naturaleza


al modo de un turista


Vive en este mundo


cual si fuera la casa de tu padre


Cree en los granos


en la tierra, en el mar,


pero ante todo en el hombre.


Ama la nube, la máquina y el libro


pero ante todo, ama al hombre


Siente la tristeza


de la rama que se seca


del planeta que se extingue


del animal inválido


pero siente ante todo la tristeza del hombre.


Que todos los bienes terrestres


te prodiguen la alegría


Que la sombra y la luz


te prodiguen la alegría


Que las cuatro estaciones


te prodiguen la alegría


Pero ante todo, que el hombre


te prodigue la alegría.

Nuestra patria, Turquía

es un país hermoso

entre tantos países

y sus hombres

los que no están falseados

son laboriosos

meditativos y valientes

pero atrozmente miserables

Se ha sufrido, se seguirá sufriendo todavía,

pero a pesar de todo habrá un futuro espléndido.

Tú en nuestra tierra, con tu pueblo

construirás el comunismo

Con tus ojos lo verás

Con tus manos lo tocarás.

Memet, yo moriré tal vez

muy lejos de mi idioma

lejos de mis canciones

muy lejos de mi sal y de mi pan

con la nostalgia de tu madre y de ti

y de mi pueblo y de mis camaradas

Pero no en el exilio

Mas no en el extranjero

En el país de mis sueños moriré

En la blanca ciudad de mis más bellos días

Memet, mi niño

Te confío

al partido comunista de Turquía

Me voy pero estoy calmo

La vida que se va extinguiendo en mí

proseguirá por largo tiempo en ti

y en nuestro pueblo, eternamente.




Nazim Hikmet

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