viernes, 5 de febrero de 2010

Números

En ocasiones, en lugares recónditos de los periódicos o entre el galimatías numérico de sus secciones de economía, aparecen ciertas cifras que, a pesar de pasar desapercibidas, son muy ilustrativas de la realidad socioeconómica de un país y, por ende, explicativas de las circunstancias y dificultades por las que atraviesa la sociedad en cuestión.
Veamos algunas de esas cifras. Adecco y la Escuela de Negocios IESE acaban de dar a conocer que el salario medio español en 2008, unos 21.500 euros brutos, era un 50% inferior al vigente en países como Inglaterra, Francia o Alemania (más de 40.000 euros). Lo chocante en este caso es que la renta por habitante francesa en ese año apenas superaba en un 7% la española, mientras que la británica y alemana la rebasaban en poco más de un 13%. No hay que ser un lince en economía ni manejarse demasiado bien con los números para colegir, a partir de estos datos, que en España los salarios están por debajo de lo que corresponde a nuestro nivel de riqueza. Y ello es así porque los empresarios y los detentadores de rentas del capital se llevan una parte de la tarta más grande que sus colegas franceses, alemanes o británicos. Y hay que ver cómo chirria esta realidad con la cansina exigencia de nuestra cúpula empresarial en el sentido de que nuestros costes laborales se reduzcan. Por el contrario, los bajos salarios españoles (siempre en relación a la riqueza efectiva) quizá estén en el origen de una demanda privada tan escuálida, con su corolario de endeudamiento de las familias y, por consiguiente, con unos niveles de paro muy superiores a los europeos. No es temerario afirmar que nuestro elevado desempleo guarda una correspondencia directa con nuestra considerable desigualdad social.
Más números. Alemania ha visto reducido su PIB en 2009 un 5%, mientras que la caída española se ha quedado en el 3,6%. Pues bien, el número de desempleados en aquel país apenas se ha incrementado en unas 40.000 personas, mientras que en España, con una crisis en términos de reducción de la riqueza menor, han engrosado las filas del paro casi 800.000 personas en el año recién acabado. Conclusión: aquí se tira de despido con una alegría sin parangón entre los países de nuestro entorno, ya que el ejemplo alemán es extrapolable, aunque en distintas proporciones, al resto de miembros de la UE. Y encima la CEOE pide más facilidades para despedir. Por tanto, hemos de deducir que la supuesta rigidez de nuestro mercado laboral no es tal, y por supuesto nunca la causa del desempleo estratosférico que padecemos. Y ahora agárrense porque éste si es un número alarmante: el sistema público de pensiones (nos dicen) se enfrenta a la quiebra en 2022. Ya he dicho arriba que ni sé de Economía ni mucho menos soy un experto en temas de pensiones y seguridad social, pero en este asunto aplico la cuenta de la vieja y el sentido común, y algo me dice que si para ese año no está previsto un cataclismo económico, que no sólo arrasaría con las pensiones, sino con todo tipo de ingresos, las cuentas no me salen. Es posible que el número de cotizantes se reduzca y se incremente, resultado de una mayor esperanza de vida y una baja natalidad, el de personas beneficiarias de pensiones. Pero si la tarta de nuestra economía se mantiene, si la renta por habitante al menos permanece ( y los agoreros de las pensiones aseguran que crecerá), ¿dónde está el problema? Simplemente variará la porción de tarta que se reparte entre activos y no activos, al haber mayor proporción de éstos y menor de aquéllos. Todo esto tiene un tufillo a rebaja de las pensiones para impulsar su privatización muy difícil de disimular, y es lamentable que bastantes políticos se presten a sembrar la zozobra y la inquietud entre los actuales y futuros perceptores de pensiones con el fin de prestar cobertura a intereses espurios.
Y un último número: los bancos españoles ganaron en 2009 casi 18.000 millones de euros a pesar de que han seguido restringiendo el crédito en mayor medida que las entidades europeas. El secreto: piden prestado al Banco Central Europeo al 1%, gracias a los avales del gobierno, e invierten ese dinero en deuda pública, que se remunera al 4%. Es decir, los avales gubernamentales están permitiendo mantener su nivel de ganancias a los bancos, pero el crédito no fluye a empresas y familias, que siguen hundidas en la recesión. Lo dicho: los números, como el algodón, no engañan, y si los observamos en su asepsia y neutralidad, nos ofrecen el reflejo de la sociedad que tenemos

Fuente: http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article12626

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